Monserrat, oboísta originaria de Acapulco, Guerrero, aprendió a vencer el “no puedo” cuando toca junto a sus compañeros de la OSIM
Para ella el 33.° Campamento de estudios y la Gira nacional de conciertos representan un sueño logrado

Formar parte de la Orquesta Sinfónica Infantil de México es un orgullo para Adalilia Monserrat Muñoz Ozuna, oboísta originaria de Acapulco, porque es la primera vez que participa en el proceso de selección y ya está a unos días de debutar en grandes escenarios como el Palacio de Bellas Artes.
La joven instrumentista reconoce que el mayor reto que le propuso la OSIM fue vencer el “no puedo”, el miedo al fracaso. En el campamento, los ensayos, las risas y los consejos compartidos le han mostrado que la música se construye en comunidad. Ella expresa que está muy agradecida por esta oportunidad porque está “aprendiendo a aprender, a resolver, a tomar iniciativas; y, sobre todo, a sentirse más independiente: me siento grande”, expresa con una sonrisa que delata orgullo y gratitud.
Su camino a la OSIM no fue accidental. Desde hace casi dos años forma parte del Semillero Orquesta Sinfónica Comunitaria Renacimiento, un programa del Sistema Nacional de Fomento Musical, en el que niñas, niños y jóvenes como ella continúan su formación orquestal de manera comunitaria. Antes, fue parte de la Orquesta y Coro Esperanza Azteca, que con el tiempo dejó de operar.
Para ella, encontrar un nuevo espacio en el Semillero significó continuidad, motivación y un entorno de respeto y calidez: “me gusta ser parte del Semillero Renacimiento porque las y los maestros se esfuerzan en que aprendamos y entre compañeras y compañeros formamos una comunidad muy bonita”.
A sus 16 años, Monserrat ya ha aprendido que la música exige entrega, disciplina y compromiso. Con su oboe —al que cariñosamente llama “Pato”, debido al sonido peculiar que a veces emite— ha enfrentado uno de los desafíos más complejos del instrumento: hacer sus propias cañas. Un trabajo artesanal que implica cortar, atar, raspar y afinar hasta encontrar el tono justo. “¿Ves que sí se puede? ¡Lo logramos!”, le diría hoy a su instrumento, como quien le habla a un cómplice de aventuras.
Sobre el sonido de su instrumento —el oboe— comparte que le recuerda “a las olas tranquilas del mar que la han visto crecer, al canto de las aves sobre el malecón; a la brisa que toca su rostro”, evocaciones de su tierra natal que la acompañaron hasta Atlixco, Puebla, sede del campamento y que la seguirán en todas las ciudades de la gira nacional.
Para Monserrat, formar parte de la OSIM no es solo un logro musical, es un sueño que comenzó —sin saberlo conscientemente—, cuando apenas tenía siete años y cruzaba los pasillos de la Orquesta Sinfónica y Coro de Esperanza Azteca en Guerrero. Cuenta que se detenía frente al salón donde la maestra Johana daba clases de oboe con mucho amor y paciencia. “Me decía aquí hay un oboe para ti cuando gustes”.
Fue así como, bajo la tutela de la maestra Johana, Monserrat inició su camino en el oboe. Su constancia fue tanta que, a los ocho meses de iniciar su aprendizaje, fue invitada para presentarse con la Orquesta Filarmónica de Acapulco como parte del programa “Talento Guerrerense”.
La experiencia en la OSIM ha sido una de las más significativas de su vida. Desde armar su maleta —en una escena entrañable junto a su mamá— hasta tocar con jóvenes con quienes comparte no solo partituras, sino también historias, acentos, costumbres y sueños.
En este sentido, la joven oboísta confiesa que “OSIM es una aventura que cualquier niña o niño que toca un instrumento debería vivir”. Ella agradece a la vida esta oportunidad que le mostró otra visión de la vida y confiesa que, en un futuro, desea formar parte de la Orquesta Filarmónica de Acapulco.
Desde que comenzó en la música a los siete años, Monserrat ha vivido con la certeza de que “siempre se puede más”. Para ella, la música no tiene fronteras: transforma, inspira, une. Y por eso, si de ella dependiera, haría que la OSIM ocurriera dos veces al año. Porque este proyecto, más que una orquesta, ha sido para ella un hogar temporal donde ha crecido como música… y como persona.
LARR