Las manos de mujeres, un lenguaje musical de empatía, creación y transformación

“Son magia, dan amor, son creativas y son vida” subraya Rocío Román, directora del Semilleros Banda Sinfónica K’eri Timganio, de Tingambato, Michoacán

Porque “las manos siempre expresan lo que se siente, lo que se piensa y lo que se quiere” como dice la directora del Semillero Banda Sinfónica Comunitaria Poj Suun, de Tlahuitoltepec, Oaxaca, Leticia Gallardo, es que hoy hacemos un homenaje de viva voz a las manos de las mujeres en la música, quienes desde el pódium de dirección, en los salones de clase y en las actividades comunitarias guían el ritmo y el tiempo de los Semilleros Creativos de Música, así como su ímpetu, energía y anhelos.

Y es que a través de una palmada en la espalda, un apretón de manos, un abrazo, o una señal que indique ¡adelante! ¡muy bien! ¡tienes mi apoyo! puede sentirse el poder expresivo de las manos, como una fuente de creatividad y como un vehículo integrador de sentimientos y/o pensamientos que están directamente conectadas al cerebro, a través de un sinnúmero de terminaciones nerviosas que permiten percibir y distinguir variaciones minúsculas en texturas y formas.

Sobre este vínculo manos–cerebro, la flautista Yesenia Nevarez, también directora del Semillero Creativo Banda Sinfónica Comunitaria Francisco I. Madero, de Ciudad Juárez, Chihuahua alude a que “se debe tener una idea clara en la cabeza y definir lo que se quiere expresar y en el momento de estar en el ensayo o en el concierto, ser claras con nuestras manos y gestos para lograr esa conexión”.

“Cuando estamos en un espacio donde se está creando música, nuestras manos se mueven al tiempo del son. Dependiendo del sentido que le damos —ya sea triste o alegre— expresamos un tiempo más lento o más vigoroso. Y si estamos en la enseñanza de un instrumento musical es muy importante el papel que juegan las manos. Son las herramientas que nos permiten transmitir los saberes y el sentir de la partitura o del fandango (fiesta comunitaria de mi comunidad) a los demás”, comparte Paola Antonia Campechano, docente instrumental del Semillero Ensamble Comunitario de son jarocho de San Andrés Tuxtla, Veracruz.

Las manos son las que guían el sonido, el ritmo de los instrumentos y el de los alumnos, continúa Paola Antonia, quien subraya “tocar un son entre mujeres, al lado de mis hermanas, abuelas y sobrina, así como las niñas del Semillero, es uno de los momentos más entrañables en mi vida, ya que reafirma mi vínculo con la música y con estas mujeres. “Esa ha sido nuestra manera de divertirnos y convivir”.

En el quehacer musical, las manos son imprescindibles no solo para ejecutar algún instrumento también para comunicar y expresar emociones “son mi herramienta esencial, mi principal medio de comunicación no verbal con cada música de la orquesta, a través de ellas se logra transmitir intensidades, matices, articulaciones que se traducen en la cohesión de muchos elementos que hacen que la música fluya, son el instrumento que nos permite transformar las emociones en música”, declara Brenda Tovar, directora del Semillero Orquesta Sinfónica Comunitaria El Centinela, de Mexicali, Baja California, quién llegó hace 10 desde Venezuela para compartir su amor por la música con niñas y niños de esta ciudad fronteriza.

La directora del Semillero Banda Sinfónica Comuntiaria K´eri Tinganio, de Tingambato, Michoacán, Rocío Román Figueroa, señala “hablar con la manos es un lenguaje único para quienes nos dedicamos a la música, ya que a través de ellas enseñamos a nuestras alumnas y alumnos a traducir el poder de un fortísimo y la gentileza de un piano. Como instrumentista son un vínculo entre mi clarinete y yo, pues con los dedos exploramos hasta el último sonido”.

“Las manos de las mujeres músicas son magia, dan amor, son creativas y son vida”, pondera la directora musical nacida en Tingambato, Michoacán, quien junto a las demás maestras y promotoras culturales impulsan el desarrollo de cada uno de los Semilleros Creativos de Música.

Desde los estados del norte como Baja California, Chihuahua, Durango, Sinaloa, Nuevo León, y Tamaulipas, pasando por San Luis Potosí, Guanajuato, Jalisco, Querétaro, Colima, Michoacán, Tlaxcala, Estado de México, Morelos, Puebla, y la Ciudad de México, hasta el sur del país como Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Tabasco, Veracruz y Yucatán, las manos y corazón de estas mujeres docentes abrazan y contienen las emociones de decenas de infantes más allá de las palabras.

Agradecemos su entrega a las maestras Aideé, Ana, Ana Iris, Ana Karen, Ana Lilia Monserrat, Ana María, Ana Paula, Aurora, Brenda Amarilis, Brenda Yesenia, Bricia Berenice, Carla Estefania, Carmen, Carmen Margarita, Cinthia Yolanda, Claudia Virginia, Cristina, Cynthia Cileri, Daniela Monserrat, Diana, Elizabeth, Enedina, Gabriela, Gloria Gabriela, Isabel, Jessica Santa, Joannna Alejandra, Laura Gerardina, Laura Vianney, Leticia, Lizzet Zoraida, Lluvia Sujey, Lucía, Marcela Yssel, Maria Flavia, María del Consuelo, María del Rosario, María Guadalupe, María Josefina, María Peregrina, Mariana, Marisol, Martha Gabriela, Mryna Judith, Mónica, Mónica Jeanett, Monserrat Viridiana, Nancy, Nataly, Nazira, Noemi, Pamela, Paola Antonia, Rita, Rocío, Rocío del Rosario, Rosa Inés, Rosa María, Rubicela, Ruth Emma, Shareni, Tania Nicté, Tanya Edith, y Vanessa Antonieta.