Los coros en movimiento son semilleros donde la voz y el lenguaje corporal

nutren el desarrollo de las infancias

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No son coros que cantan y bailan; tampoco cantantes interpretando una coreografía, entonces ¿qué son esos colectivos de niñas y niños menores de 17 años, que conjugan el color de su voz y el registro vocal con la expresión corporal? Se trata de los Coros en movimiento, semilleros creativos de música cuyas interpretaciones no se limitan al aspecto vocal, ya que hacen uso de la poética del cuerpo para hacer de sus interpretaciones más profundas y conscientes de cada nota o palabra que emiten.

Sus intervenciones en Tengo un sueño, magno evento de Cultura Comunitaria, en las ediciones 2019, 2021, 2022 y 2023, han dado muestra fehaciente del trabajo logrado por las maestras y maestros de canto y expresión corporal, destacando la del año pasado donde el Coro Nacional Comunitario −integrado por una selección de niñas y niños de todos los coros en movimiento del país− proyectó una serie de  estampas escénico – vocales para evocar la fuerza del viento, en la opereta Ecológica de Alberto Grau, así como un sentimiento e ímpetu profundo para demandar el derecho a la educación de toda las infancias, durante su interpretación de la obra Alas (a Malala), del compositor Arturo Márquez.

Y es que en este tipo de Semilleros de música, la voz y el lenguaje corporal nutren el desarrollo intelectual, sensorial, motriz y social de sus integrantes, quienes arriba o abajo del escenario irradian una energía casi inagotable, y sobre todo exhiben la formación artística y social que practican al interior de los más de los más de 20 coros que se encuentran ubicados en Baja California, Chiapas, Ciudad de México, Colima, Estado de México, Guanajuato, Guerrero, Hidalgo, Michoacán, Morelos, Nuevo León, Oaxaca, Quintana Roo, San Luis Potosí, Sinaloa, Tlaxcala, Veracruz, y Yucatán.

Afinación vocal, entrenamiento físico, talleres de lectura para una mejor comprensión de la letra, así como otras actividades metodológicas integran la dinámica formativa de estos Semilleros que además de impulsar la práctica y pronunciación de otras lenguas, también motivan a sus noveles cantantes a vencer el miedo o inseguridad de expresar sus ideas en público.

El magnetismo de estos semilleros es tal que niños como Santiago, quien vive en la alcaldía Iztapalapa y tiene 10 años, han decidido integrarse a uno de estos coros después de ver alguna presentación. “Mis papás me llevaron a ver la ópera Brundibar, una obra que me gustó mucho porque los actores eran niños; le pedí a mis papás que investigar en dónde me podía inscribir, y así fue como dimos con el Semillero Niño cantores del Faro de Oriente. Ahora formo parte de este coro y estoy feliz porque he aprendido a cantar en inglés, en japonés y un poco en lenguaje de señas, además de cantar en maya, la verdad me la he pasado genial”.

Y también está el testimonia de Grace, una niña de Tijuana, Baja California, quien afirma que estar en este tipo de coro le ha sumado muchas cosas positivas: “he notado que desde que estoy en el Coro de selección Cenzontle, ya no me da nadita de vergüenza hacer exposiciones en la escuela; ahora me gusta y se me hace muy fácil. Al cantar expreso mis emociones por eso invito a todas y todos los  niños a que se integren a uno de estos semilleros creativos. Aquí aprendemos muchas cosas. ¡Anímense!”

CBMR