¿Tocar instrumentos de cartón? Sí, en los Semilleros de Música los integrantes elaboran sus instrumentos con materiales reciclados
Rox, chelista de 13 años, del Semillero Ensamble comunitario de cuerdas y percusión “Arditepec” considera que fabricar y tocar su violonchelo la ha hecho valorar más su aprendizaje musical y sentirse incluida desde el primer día

Inspirados por los acordes que alguna vez escucharon en casa —quizás un huapango en la radio, tal vez una melodía de Mozart o Vivaldi flotando en el ambiente—, niñas, niños y adolescentes del Semillero “Arditepec” se han ido acercando a la música como quien encuentra un idioma propio. A través de sus instrumentos favoritos no solo aprenden a tocar, también descubren herramientas que los acompañarán más allá del escenario.
Rox —chelista 13 años— y Malik —violionista de nueve años—, dos de los integrantes más recientes del ensamble, han construido sus propios instrumentos con cartón, porque para hacer música basta el deseo de tocar el alma de quien escucha.
¿Tocar instrumentos de cartón? sí, así como se lee, en los Semilleros Creativos de Música, niñas, niños y adolescentes dan vida a sus propios instrumentos utilizando cartón y materiales reciclados.
Por ejemplo, Rox construyó su violonchelo guiándose con videos de YouTube y Google, reuniendo por su cuenta los materiales que tenía a la mano. Y Malik con el apoyo de su mamá, elaboró su violín desde cero: base, costillas, diapasón y puente, todo hecho de cartón y fomi.
Este método, inspirado en las Orquestas de Papel de Venezuela, va más allá de lo práctico. Enseña responsabilidad, conciencia y aprecio por el instrumento, como dice el director del Semillero Ensamble comunitario de cuerdas y percusión “Arditepec”, Jairo Ortiz: “Todo ese proceso hace que ellos tengan un producto muy valioso, y tan valioso que lo cuidan muchísimo, y ahí empieza el aprendizaje. Nosotros hemos visto cómo ellos después de este proceso saben cómo transportar un instrumento, cómo llevarlo, cómo traerlo [...]. Y al paso del tiempo ya su propia madurez nos irá diciendo cuándo estarán listos para un instrumento de verdad.”
Una de las cualidades más valiosas de este ensamble es su vocación comunitaria: aquí se busca integrar tanto a quienes llevan tiempo como a quienes apenas comienzan su camino musical. Rox y Malik lo vivieron en carne propia y comparten lo que significó para ellos: “Aunque somos de nuevo ingreso, nos incluyeron bien, nos tratan bien y la confianza aquí es muy buena y podemos estar seguros aquí. Por eso se llama Ensamble comunitario, porque compartimos muchos momentos juntos.”
Ese espíritu de bienvenida y cuidado mutuo también es visible para el maestro Jairo, quien ha observado cómo, poco a poco, sus estudiantes dejan atrás la timidez del primer día. Con el paso del tiempo, crecen amistades sólidas y la certeza de que este espacio es más que un lugar para hacer música: es un lugar para crecer acompañados.
Otra de las experiencias transformadoras que viven las y los estudiantes es la de subirse, quizá por primera vez, al escenario con la orquesta. En este ensamble, se impulsa que esa integración ocurra lo antes posible, ayudándoles a dejar atrás el miedo escénico desde el comienzo.
Así lo explica el maestro Jairo: “El solo hecho de estar ahí, ver a sus compañeros, tocar a su lado, les quita el miedo; los podríamos guardar y decirles, no es que tú acabas de llegar, tú todavía no estás listo, pero a lo mejor al año tampoco se va a sentir listo y a los dos años tampoco, y nunca va a llegar ese momento, va a ser como utópico. Entonces mejor desde el primer día les decimos adelante, [...] y desde ahí todos ellos son parte de la orquesta, y por arte de magia, nos damos cuenta de que ya tienen un chelo de verdad, un violín de verdad, y ya están haciéndolo sonar igual.”
¿Pero todos los y las estudiantes del ensamble sueñan con ser músicos profesionales? La respuesta es no. Si bien hay quienes, como Rox, imaginan su futuro sobre escenarios de distintos estados —e incluso de otros países—, también hay quienes encuentran en la música un refugio, un impulso… pero no su único camino.
Malik, por ejemplo, tiene otro sueño que lo acompaña junto a su violín: quiere estudiar medicina o medicina veterinaria, pues como él mismo comenta, busca el bienestar de los demás: “a mí me gustan mucho los animales, me gusta cuidarme, cuidar a cualquier persona, darle algo para que se sienta bien, que no se sienta mal”, porque en este Semillero, cada historia suena distinto, pero todas tienen en común el deseo de transformar el mundo con lo que se tiene y lo que se es. Así, sin prisa, pero sin pausa, niñas y niños comienzan a formar parte del concierto de la vida: escuchando, compartiendo y aprendiendo a confiar en su propio sonido.
El Semillero Ensamble comunitario de cuerdas y percusión “Arditepec” tiene inscripciones abiertas, las y los interesados pueden inscribirse en su sede: Pabellón de Cultura Comunitario, ubicado en Av. Constituyentes 270, Ampliación Daniel Garza, Bosque de Chapultepec II Secc, 11840, Miguel Hidalgo.
MGTNO