De niño no imaginaba tocar en una orquesta profesional, con el tiempo aprendí que todo es posible con ganas, esfuerzo y práctica

Jorge Sabino, egresado de viola de la Orquesta Escuela Carlos Chávez

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Cuando Jorge Armando Sabino Escobar comenzó su formación musical a los nueve años, no imaginaba que la música lo llevaría de las calles de Nicolás Romero hasta el escenario de la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN). Su historia comenzó en una banda comunitaria del Estado de México, donde aprendió a tocar saxor y trompeta gracias a la iniciativa del maestro Juan Valle, quien años después logró una transición de esa banda hacia una orquesta, regalando instrumentos a jóvenes de la comunidad; fue entonces cuando Jorge eligió la viola y con ello marcaría su destino, un instrumento que muchos evitaban, pero que él adoptó con curiosidad y convicción. 

Tras cinco años de estudio en el Conservatorio Nacional de Música, Jorge anhelaba mayores retos, así fue como en 2019 audicionó para ingresar a la Orquesta Escuela Carlos Chávez (OECCh), modelo de enseñanza musical a nivel profesional impulsado por el Sistema Nacional de Fomento Musical, donde concluyó sus créditos en la Licenciatura de instrumentista en viola.  

Para él, formar parte de la OECCh significó mucho más que una admisión académica: “Nunca había tocado en una orquesta antes, y La Chávez representaba para mí un nivel de exigencia y preparación al que aspiraba”. Recuerda haber transitado de participar en ensambles a presentarse con más de 80 personas en un escenario; sin embargo, ello le ayudó a comprender que, “el trabajo en una orquesta es hacer que la música suceda y para ello, lo más importante es que todos tienen que tocar al mismo tiempo, ser uno mismo, porque nadie puede ser más que los demás”, expresa desde su creencia.  

Durante su formación en el Conservatorio Nacional de Música y dentro de la OECCh, Jorge participó como solista bajo la batuta de Horacio Franco, tomó clases magistrales con figuras internacionales y viajó a Los Ángeles en un intercambio con la Universidad de California. Entonces, también supo del esfuerzo diario: jornadas de estudio que iniciaban a las cinco de la mañana, desplazamientos de tres horas para llegar al conservatorio y noches enteras ensayando pasajes, esos fragmentos musicales complejos que exigen precisión.  

Su experiencia en la OECCh fue intensa y transformadora. El modelo educativo de esta agrupación artística del SNFM —que conjuga formación teórica, práctica orquestal y experiencia en música de cámara— le permitió vivir de forma anticipada lo que implicaría un entorno profesional. “Era una probadita del mundo real. Tenías que cumplir con repertorios individuales, de cámara y orquestales”, explica. Ese sistema riguroso le ofreció no solo herramientas técnicas, sino lo preparó para el mundo laboral.   

En 2024, antes de concluir su titulación, Jorge ganó por audición un lugar en la OSN. Fue un salto inesperado, directo del aula al podio profesional. “No me lo pude creer en seis meses, hasta que estuve sentado en el ensayo y me di cuenta de que estaba sucediendo”, relata con humildad. Atribuye esta transición fluida al ritmo de trabajo que adquirió en la OECCh, donde la intensidad de los programas y la calidad del acompañamiento docente le dieron herramientas para enfrentar los desafíos de una orquesta profesional que cambia de repertorio cada semana. 

Hoy, con 24 años, Jorge está próximo a titularse como Licenciado Instrumentista en Viola, y ya es parte de una de las instituciones profesionales más importantes del país: la Orquesta Sinfónica Nacional.  

Su mirada hacia el futuro se centra en una maestría en el extranjero, sin olvidar sus orígenes ni el camino recorrido. Él agradece profundamente el apoyo de su familia, que lo ha acompañado desde que decidió dedicarse a la música, y reconoce la importancia de los proyectos comunitarios como la banda en la que él inició en este camino. 

Por ello, invita a niñas y niños de bandas similares a no desistir en su sueño de tocar en una banda u orquesta profesional porque: “Todo es posible con ganas, trabajo y práctica”, incluso al recordar al Jorge Armando de nueve años que inició a tocar la trompeta le expresa: “no te imaginas todo lo que vas a vivir, las oportunidades que vas a tener, por eso nunca desistas y siempre trata de hacer lo mejor, porque tu esfuerzo será valorado”. 

                                                                                                                                                                                           LARR