Esaú Efraín Corralejo y Nehemías Damián Brito, dos jóvenes cantantes que construyen su historia nota a nota, con estudio y disciplina

Ambos músicos han forjado su camino en las filas del Ensamble Escénico Vocal, grupo artístico del SNFM que este 2025 celebra 15 años de trayectoria con dos conciertos

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Para Esaú Efraín Corralejo, su paso por el Ensamble Escénico Vocal (EEV) marcó un antes y un después tanto en lo profesional como en lo personal. Hoy, desde nuevos horizontes, reconoce el valor de esa experiencia y apuesta por que existan más proyectos como el EEV, que acompañen y fortalezcan el camino de jóvenes cantantes. 

Nehemías Damián Brito, por su parte, ha descubierto dentro de este ensamble habilidades que van mucho más allá del canto. Para él, ser parte de la Gala Coral por el 15 aniversario del EEV, donde interpretarán “Oh Fortuna” de Carmina Burana, “La llorona” y la “Marcha triunfal” de la ópera Aida, es un motivo de alegría y gratitud, al sentirse parte de una comunidad que sigue creciendo, celebrando unida en el escenario.

Las iglesias, la vía pública  y los restaurantes, fueron los primeros escenarios donde vivieron la experiencia del canto

Para ambos músicos, la práctica del canto no deviene de una tradición familiar sino de experiencias o encuentros casi canónicos, ambientados por el sonido de los coros religiosos, otros por las voces de cantantes de música popular o que escucharon en internet. En el caso de Esaú Efraín Corralejo, tenor y actualmente cantante de ópera, su historia en el canto inició en su propia casa. Creció rodeado de las voces de sus padres, quienes, aunque no eran cantantes profesionales, llenaban cada día con canciones. 

Esa convivencia cotidiana con la música lo marcó profundamente y más adelante, las visitas a la iglesia reforzaron ese vínculo: los coros, las armonías y el ambiente que se creaba ahí lo dejaron completamente fascinado. Fue en ese espacio, escuchando a otras voces, donde Esaú empezó a vislumbrar su propio camino. Desde los nueve años tuvo claro que el canto no sería solo un gusto, sino una vocación que quería seguir de manera profesional. 

Con la  firme intención de convertir el canto en su forma de vida, Efraín dejó su natal Guanajuato y se mudó a la Ciudad de México para ingresar a la licenciatura en Canto Operístico en la Escuela Superior de Música del INBAL. Llegar como foráneo implicó varios retos pues tenía que estudiar a la vez que debía mantenerse. Para cubrir sus gastos comenzó a cantar en las calles y en restaurantes, “fue algo bonito, pero a la vez complicado porque hay días en los que ganabas y días en los que no, entonces era un juego de emociones” declaró. 

Durante esa misma temporada, casi como una coincidencia afortunada, un amigo le compartió la convocatoria del Ensamble Escénico Vocal. Audicionar parecía un paso natural, pero también uno lleno de incertidumbre. Cuando aprobó la audición y entró al Ensamble, la emoción fue doble. Por un lado, representó la posibilidad de enfocarse de lleno en lo que estaba estudiando; por el otro, le ofrecía una estabilidad económica que le permitía respirar con más tranquilidad, como él mismo reconoce: “quizá algunos no lo necesitaban o fue un extra, pero para mí era oxígeno”.

La historia de Efraín dentro del Ensamble Escénico Vocal no es la única que muestra cómo este espacio puede transformar la vida de las y los jóvenes cantantes. Tiempo después de su salida, otra voz encontraría aquí su punto de inflexión: Nehemías, quien en esta misma búsqueda de un lugar donde crecer y perfeccionar tanto su canto como su presencia escénica, decidió audicionar para integrarse al Ensamble. 

Al igual que Efraín, Nehemías Alejandro Damián Brito (originario de Guerrero) creció rodeado de voces que despertaron en él una fascinación temprana por el canto. Sus primeras referencias llegaron desde distintos lugares: los coros de la iglesia, las voces que escuchaba en la televisión y los videos de cantantes que encontraba en internet. Para él, en ese entonces, convertirse en cantante profesional era tan lejano y maravilloso como el sueño de ser astronauta. Aun así, no dejó de intentarlo y comenzó a formarse de manera autodidacta, aprendiendo lo que podía, de donde podía y absorbiendo toda la información disponible.

Ese impulso lo llevó a dar sus primeros pasos formales en el Departamento de Música Sacra del Seminario Teológico Presbiteriano de México. Más tarde, ingresó al Conservatorio Nacional de Música, y fue en su tercer año en el que uno de sus compañeros le recomendó postular a la convocatoria del EEV, poco después, ganó su audición dando así inicio a su propia historia dentro del programa.

El Ensamble Escénico Vocal les mostró que el escenario se habita con la voz y el cuerpo al hacer ópera o interpretar música mexicana

Para ambos, Nehemías y Efraín, formar parte del Ensamble Escénico Vocal significó mucho más que perfeccionar sus habilidades de canto y aprender nuevas obras. Una de las características distintivas del Ensamble es justamente la integración del movimiento y fue ahí donde los dos descubrieron que el escenario se habita no solo con la voz, sino con todo el cuerpo.

El EEV también les abrió la puerta a un abanico musical mucho más amplio de lo que imaginaban. Efraín apunta que el ensamble, “tiene esta apertura, no solo hace ópera, sino que también hace música mexicana, música que se conjuga con la literatura, repertorio clásico y de compositores de América Latina. Entonces abre el panorama y tu mente, porque al final como artista tienes que tener esa flexibilidad”. Esa variedad no solo enriqueció su formación, sino que les mostró que la versatilidad es una herramienta fundamental para cualquier cantante que busca crecer y mantenerse en movimiento.

Además, cantar dentro de un coro implica un tipo de trabajo muy distinto al de un solista, tal como lo explica Nehemías, “la música coral abarca otras dimensiones que tienen que ver más con lo comunitario [...] Cada uno tiene un trabajo específico y particular, cada uno tiene un rol que desempeñar y nadie es más importante que otro, sino que todos tienen funciones que cumplir”.

Esa idea se vuelve fundamental dentro del EEV, donde el espíritu colectivo es parte del aprendizaje cotidiano. Ahí, cada integrante debe dejar de lado sus diferencias y entender que el ensamble solo puede funcionar cuando todas las voces se escuchan, se respetan y trabajan en conjunto. 

Para Efraín y Nehemías, todas las oportunidades que ofrece el Ensamble Escénico Vocal confirman lo valioso que resulta un proyecto así dentro del panorama musical mexicano. No solo permite que jóvenes cantantes ejerzan lo que han estudiado mientras siguen perfeccionando sus habilidades, sino que también impulsa la difusión de la música coral en escenarios nacionales e internacionales. 

Por eso, llegar al XV aniversario del EEV no solo les genera alegría, sino también orgullo: han sido testigos y parte del crecimiento de un espacio que transforma vidas. Al mirar hacia adelante, ambos expresan el deseo de que proyectos como este continúen multiplicándose, para que más voces encuentren un lugar donde formarse, crecer y resonar.

                                                                                                                                      MGTNO