No se trata de quitar, sino de sumar; el camino ya lo trazaron algunas mujeres en la música; hoy debemos continuarlo
Liliana Mejía, directora musical y percusionista, es una de las cuatro conductoras mexicanas que dirigirán a la OECCh, el sábado 22 de noviembre

Al conducir a una orquesta, Liliana Mejía encuentra algo más que un conjunto de notas en el aire. Para ella, es un espacio donde descubre su esencia, presencia y empoderamiento femenino. Durante el Taller de Dirección de orquesta para Mujeres Directoras, organizado por el Sistema Nacional de Fomento Musical (SNFM), a través de la dirección artística y académica de la Orquesta Escuela Carlos Chávez, reconoce que no sólo está perfeccionando su técnica, sino que reafirma una convicción poderosa: dirigir es abrir caminos para las nuevas generaciones de mujeres creadoras.
En este taller, impartido por el director musical, Eduardo García Barrios, Liliana comparte partituras, dudas y aprendizajes con otras directoras. Juntas revisan obras, estudian y exploran el legado de compositoras históricas. “Cada sesión ha sido de puro aprendizaje”, cuenta. “Aprendemos unas de otras, y eso es invaluable. Este espacio se ha convertido en una forma de encuentro y de posicionamiento: Yo siento que va a ser un espacio seguro, para posicionarnos a nosotras como mujeres, como directoras. Una protesta musical hacia programas de música de compositoras de ayer y hoy, mexicanas y extranjeras, [pero todas mujeres].”
Antes de estar en el podio, Liliana ha transitado un largo caminar dentro del propio SNFM, dado que fue integrante de la Orquesta Sinfónica Infantil de México (OSIM) en 2002, 2003, 2006, 2007 y 2008 (fue la primera mujer percusionista de dicha orquesta); también formó parte de la Banda Sinfónica Infantil de México (BANDIM) en 2011, 2012 y 2013, agrupación donde hizo su debut como directora a los 19 años, con la interpretación de la obra Cartoon Symphonyn de Larry Clark. Además, fue instrumentista de la Orquesta Escuela Carlos Chávez (OECCh), donde recibió una beca que la llevó a estudiar en Toronto, Canadá.
Su historia está tejida con los programas que la acompañaron en su formación, y a los cuales también comparte su experiencia, hoy día. Desde su lugar como directora del Centro de Capacitación de Música para Bandas (CECAMBA) en Puebla, Liliana ha impulsado a agrupaciones donde hay cada vez más niñas. “En una de mis bandas, el 70% son mujeres. Eso me llena de alegría porque quiere decir que la brecha se está cerrando”, refiere. “Ya no hay estigma en que ciertos instrumentos son para los hombres. Las niñas tocan tuba, percusión, lo que ellas elijan”.
Liliana conjuga la enseñanza y la dirección mediante el ejemplo. Su concepción de liderazgo comienza en la ética, la perseverancia y el respeto: “Una agrupación es el reflejo de su directora. Si no estudias, si llegas tarde, eso se nota. Por eso hay que buscar siempre la excelencia, no tanto por el perfeccionismo, sino porque otras niñas te están observando. Y con el ejemplo les puedes transmitir que ellas también pueden ser lo que decidan.”
Desde que descubrió que en la música estaba su lugar —cuando se inscribió casi por casualidad en CECAMBA y eligió las percusiones porque le “parecía fácil”—, Liliana ha seguido el ritmo de su propia intuición. Ese impulso la llevó de estar en la sección de percusión a tomar la batuta, y de ahí a dirigir bandas y orquestas en su comunidad. “La vida o la música me guiaron hacia donde era mi lugar”, dice con una sonrisa.
Hoy, con la batuta en la mano y la mirada en el futuro, Liliana Mejía representa a una generación de mujeres que transforman la música desde su trinchera. Mujeres que entienden que dirigir no es quitar la piedra que otras mujeres pusieron, sino escalar esfuerzos, abrir caminos y hacer más grande el sendero que antes se comenzó a trazar.
LARR / CBMR