Ser musas no es solo inspirar: es crear, acompañar y sostenerse para enraizar comunidad

Primer cuarteto de arpas femenino de México y en Latinoamérica integrado por egresadas de la Orquesta Escuela Carlos Chávez se presentará en el 53 Festival Internacional Cervantino

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Cuando eligieron llamar “Musas” a su proyecto musical, Huitzi Cruz, Joana Téllez, Amalinalli Pichardo y Alejandra de Ita, exalumnas de la Orquesta Escuela Carlos Chávez (OECCh) sabían que el nombre cargaba una historia. No querían ser vistas solo como inspiración, sino como creadoras. “Mis amigas son mis musas —dice Huitzi Cruz—, porque me inspiran y yo las inspiro a ellas. Entre todas nos alimentamos y creamos música”. De esa idea nació Musas Ensamble de Arpas, un grupo artístico que, más allá de su virtuosismo técnico, ha tejido una red de colaboración y amistad entre mujeres músicas que hoy en día es el primer cuarteto femenino de esta especialidad en México y Latinoamérica.

Las cuatro  coincidieron como alumnas de la Licenciatura Instrumentista impulsada por el Sistema Nacional de Fomento Musical, en la cual se sustentan las actividades artístico-académicas de la OECCh. En dicho espacio de formación orquestal nació también una amistad y una visión compartida: explorar la sonoridad del arpa más allá del repertorio tradicional. “En La Chávez aprendimos a enfrentarnos al mundo profesional con disciplina, pero también con sensibilidad. Nos dio el impulso para atrevernos a crear algo propio”, recuerda Alejandra de Ita. 

Desde la perspectiva de la joven arpista, la orquesta no solo les dio el “callo” para resolver partituras y presentarse ante el público; también les prestó las primeras arpas e instalaciones con las que ensayaron. “Sin ese apoyo, Musas no existiría”, apunta.

Desde entonces, el ensamble ha construido una trayectoria que combina la búsqueda artística con su postura feminista para entretejer comunidad. A lo largo de siete años, sus integrantes han priorizado trabajar con compositoras, intérpretes y cantantes mujeres, generando redes de resiliencia. “Hemos enfrentado el patriarcado y el acoso en distintos espacios musicales —cuentan—, y nuestra respuesta ha sido apoyarnos entre nosotras. Hacer comunidad es nuestra manera de resistir y transformar”.

Su música refleja sus raíces y la huella que las caracteriza; pues, al inicio interpretaron obras clásicas europeas, pero pronto se preguntaron por qué no explorar la música mexicana y latinoamericana desde el arpa con la que se sentían más identificadas. De esa inquietud surgió su primer disco, Tierra Latinoamericana disponible en Apple Music, una producción que enaltece los sonidos populares del continente.

Ahora preparan un nuevo proyecto discográfico que reunirá obras originales escritas especialmente por y para ellas por compositoras y compositores mexicanos. “Ha sido muy enriquecedor colaborar con creadoras y creadores vivos, compartir procesos, proponer y ajustar. Es otra forma de entender la música, más horizontal y colectiva”, comparten sus integrantes.

Este 2025, las Musas harán realidad otro sueño: debutar en el Festival Internacional Cervantino (FIC), donde presentarán el programa Arpas de la costa y la niebla. El repertorio dialoga entre el universo celta y la tradición veracruzana, con piezas de Henry Purcell, Sophia Corri-Dussek, John Thomas, y melodías populares como La bruja y El cascabel. No es casualidad: la mitad del ensamble es originaria de Veracruz, y compartirán el escenario con Raquel Palacios Vega y Cristy de la Rosa, intérpretes de música tradicional veracruzana. “Este programa une dos mundos donde el arpa tiene una voz esencial: el celta y el veracruzano. Y hacerlo con otras mujeres es un acto simbólico de lo que somos: un proyecto de colaboración y de raíces compartidas”, explica Alejandra. 

Tras su presentación en Guanajuato el 11 de octubre a las 17:00 h, en el Templo de la Compañía, el cuarteto continuará en el Circuito Cervantino, con presentaciones el 13 de octubre a las 19:00 h en el Teatro de la Ciudad de Irapuato, y el 18 de octubre a las 20:00 h en el Teatro Esperanza Iris de Tabasco, dentro del Festival Cultural Ceiba. “Nos emociona tocar fuera de la Ciudad de México —dice Alejandra—, porque buscamos que el arpa se escuche en más lugares y hacer crecer la comunidad que entre el mismo gremio musical, a veces no se conoce”.

A ocho años de su primer encuentro, Musas Ensamble de Arpas no solo ha ampliado el repertorio de su instrumento, sino también el sentido de lo que significa hacer música entre mujeres. En cada ensayo, en cada escenario, resuenan risas, partituras, cuerdas y su principio fundacional: “Ser musas no es solo inspirar: es crear, acompañar y sostenerse para enraizar comunidad”. 

                                                                                                                                                       LARR